En el barrio habanero de Miramar se alza Bella Habana, un establecimiento gastronómico que se inscribe entre las Paladares, tal como se conoce a los restaurantes privados en la isla del Caribe. El local se destaca principalmente por su sofisticado diseño interior, con mesas y sillas vestidas elegantemente, hermosos artefactos de iluminación pendiendo del techo, plantas variopintas, esculturas y otras obras de arte, murales y un bello ventanal desde el cual se advierte el verde del exterior. Eso sí: la distancia entre las mesas puede resultar algo escasa, y aquel es uno de los ítems desfavorables en este restaurante.
Sin embargo también hay que decir que aquella limitación de espacio se compensa con la calidez y atención del personal de Bella Habana, y también por un ambiente que resulta acogedor y tranquilo, ambientado con música suave. Y por supuesto por su carta que mezcla sabores internacionales con platos cubanos. En esta oferta se destacan las pastas, el clásico ropa vieja de la región, y una amplia variedad de platos de mar. Para tener en cuenta: se trata de un restaurante de lujo y, en tanto, con platos algo costosos en relación a otros establecimientos gastronómicos de Cuba.
Quienes han visitado este restaurante coinciden en señalar que la elegancia es el adjetivo calificativo que mejor lo define. El aspecto de los platos que allí se sirven también sigue esta filosofía, con una presentación que atrae en primera instancia a los ojos y luego a los paladares. En rigor, el lema de Bella Habana es “un encuentro con la magia del gusto”. Y le hacen honor a ello.
La propuesta distinguida de este restaurante es ideal para concurrir en pareja, con grupos de amigos y también en familia. Los asistentes disfrutarán también el esmero del personal, algo que también se evidencia en Internet: cada uno de los comentarios sobre Bella Habana en el reconocido sitio Tryp Advisor ha sido respondido amablemente por Miriam y Raúl, los responsables del restaurante.